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Como elegían las culturas antiguas sus lugares para vivir I

Actualizado: 13 mar 2019


Las culturas antiguas poseían importantes conocimientos sobre los efectos de las radiaciones y campos de energía en la salud de los seres humanos. Ya entonces buscaban con sumo cuidado los lugares donde iban a habitar, pues sabían que era fundamental para su bienestar y su vida.


Posiblemente los menhires, dólmenes y otros monumentos prehistóricos descubiertos actualmente en las excavaciones arqueológicas sirviesen para marcar y armonizar la emisión de estas radiaciones, si bien ello constituye aun un misterio para nuestra civilización.


Cada cultura cultivó sus propios sistemas de observar la naturaleza y desarrolló sus interlocutores con los diferentes poderes: Chamanes, brujos, sacerdotes, augures, pitonisas, sabios o zahoríes de cada lugar.


Cabe destacar en todos ellos la enorme preocupación por la elección de los lugares para construir los pueblos y las ciudades, así como las viviendas, de tal manera que no construían los edificios en cualquier lugar, sino obedeciendo a una serie de reglas muy precisas y experimentadas en el transcurso del tiempo.. Siendo particularmente los egipcios y los chinos los que más sabían al respecto, aunque por desgracia, la mayoría de su saber se haya perdido en el transcurso de las edades y solo nos haya llegado una parte mínima de él.

Los chinos hace miles de años al construir sus moradas nunca prescindían del arte geomántico o FENG-SHUI, que recomendaba no construir sobre las "Venas del Dragón" y "Salidas de los demonios".


Los romanos, antes de construir una ciudad, acotaban un determinado lugar e introducían en él un rebaño de ovejas. Al año sacrificaban los animales y examinaban sus vísceras- particularmente el hígado-, cuyo estado les ofrecía información sobre la calidad del terreno. Si presentaban buen aspecto construían la ciudad; si no, se iban a probar a otro lugar.


Los indios de Norteamérica dejaban pastar libremente a sus caballos, y donde ellos descansaban y se detenían largamente a comer, instalaban sus campamentos. El tipi se convirtió en la morada más habitual entre las tribus nómadas de las praderas, debía levantarse orientado siempre al Este -el punto del horizonte por donde despunta cada día el sol-.


Los Tuareg africanos se acompañan de perros, cuyo lugar elegido para descansar es ocupado automáticamente para alzar las tiendas de campaña.






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